EL PARADIGMA SOCIO-COGNITIVO-HUMANISTA

Las explicaciones sencillas y muy didácticas del Maestro Jaime Tejeda Navarrete en las dos jornadas de capacitación en lo que va del presente año, nos inquieta a los profesores del Colegio Libertador San Martín para prepararnos al gran cambio para la aplicación del Paradigma Socio-cognitivo-humanista. Prometo explicar más detalladamente este paradigma en un nuevo número de Puente Cultural; pero por ahora mi deseo es que los profesores valoremos la conclusión de una excelente ponencia del Hermano Marista Marino Latorre Ariño sobre la implementación del paradigma socio-cognitivo-humanista (Modelo T) en los colegios del Perú que a continuación transcribo:

Se ha dicho que la educación es una ciencia y un arte; yo añado que la educación es un don y una pasión. Así, la clave del éxito obtenido en una I.E. está en la mística, la pasión, el entusiasmo por la educación de todos sus profesores y un poco de técnica, sabiendo aplicar el Modelo educativo de que se trate; saber sintonizar con los alumnos, saber suscitar la sed de aprender y, a través de la presencia mediadora del educador, ofrecer los medios, las condiciones y el ambiente para que el aprendizaje sea posible, porque enseñar no es transmitir ideas a otra persona, sino hacer posible que la persona las descubra.

La educación se produce más por “evocación” que por “invocación”; es más “educere” que educare; es hacer una llamada al interior del educando y crear unas condiciones para que el sujeto sea capaz de convertir su inteligencia potencial en inteligencia real, sea capaz de sacar todo aquello que lleva en su interior y hacerlo realidad en su vida.

Más que proporcionarle alimento y bebida al alumno, hay que suscitar en él el hambre y la sed de crecer y aprender. El arte de educar es el arte de la evocación –la llamada al interior de la persona-. Cuando un educador vive su vocación con pasión y entrega sin límites, no está aquejado del síndrome del “asalariado” o del “funcionario”; es entonces cuando su misión se convierte en un “ministerio” y su trabajo con los niños no es una penosa obligación sino una gozosa necesidad. A mi parecer, ésta es la mejor lección que podemos sacar de estas primeras jornadas educativas socio-cognitivas-humanistas. Técnica sí, pero mucha más pasión y mucho corazón en nuestra misión de educadores.

La mirada del alumno más necesitado de nuestra aula, aun nos sigue interpelando.

Marino Latorre Ariño

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