EL TIEMPO NO PASA…NOSOTROS PASAMOS POR ÉL

el-tiempo1César Hildebrandt escribió en Julio del 2008, un artículo titulado «Las FARC del tiempo». Inicia su columna así: El tiempo es un franco tirador peor que el Chacal. Tú vas por la vida pensando en los almendros que alguna vez viste en España y el tiempo te dispara entre los ojos. Crees que eres el mismo y el tiempo te acribilla.

No es el tiempo que pasa. Es que tú pasas por el tiempo, por su cámara oscura, por su laboratorio de ácido y humos, de óxido y redomas. Y cuando sales de ese ámbito es que el tiempo ha hecho su trabajo y dio su veredicto. La sentencia siempre es la misma: habrás de recordar todo lo que sea posible. Los jóvenes son tiempo comprimido. Los viejos son (somos) tiempo perdido. Cuando tienes 40 crees que la máquina del universo se detiene y por un largo tiempo no escuchas la gotera del tiempo anegándote (negándote). Pero después te das cuenta de que estás caminando entre los charcos del goteo. Plaj, plaj, suenan tus pasos en la inundación de las goteras. El tiempo es la cámara  lenta que te espera, la punzada de un recuerdo feliz, la neblina que ha empezado a quererte. No somos tiempo que  ejerce ni dueños del presente. Somos víctimas del misterio del tiempo. No, eso no es lo que quería decir: lo que quería decir es que estamos secuestrados por el tiempo. El tiempo tiene sus FARC, su Marulanda, su espesura en la noche. Y nosotros vivimos encadenados a sus vicios y sometidos a su crueldad sin rostro. ¿Sin rostro? Bueno, la cara del tiempo es la cara que vamos siendo. La cosa más perversa que se ha dicho sobre este tema del tiempo y sus trabajos la dijo Stephen Leacock: “La única buena cosa que se puede decir sobre la vejez es que es mejor que estar muerto”…

Este artículo de César Hildebrandt se refiere en simples palabras a que el tiempo no perdona y me conduce a la siguiente reflexión: Si nosotros docentes con buenos años de servicios sabemos que a estas alturas de nuestra vida profesional nunca saldremos del secuestro del tiempo, más al contrario nos iremos hundiendo cada vez más en la espesura temerosa de esa cárcel sin salida, ¿no creen que es hora de actuar haciendo el bien y evitando el mal?, ¿no creen que es el momento de romper las cadenas de la envidia y el egoísmo  reconociendo a cambio nuestros errores?, ¿no creen que es el momento de despojarnos de nuestro orgullo y vanidad  creyendo que somos los únicos pensantes y dueños de la verdad y elegir a cambio la humildad?, ¿no creen que es hora de entregarnos profesionalmente a nuestros alumnos tratándolos con cariño y respeto  a fin de  hacerlos sentir bien como personas o seres humanos que son?, ¿no creen que es el momento de  propiciar alegría, respeto, solidaridad y armonía con todos los integrantes de la  institución educativa donde laboramos?. No olvidemos que al final, el tiempo nos pasará la factura y la pagaremos con gusto sólo si nuestras acciones fueron sin haber hecho daño a nadie, sin haber hecho sufrir a nadie, sin haber actuado de mala fe con nadie; habiendo actuado por sobre todo   con justicia. Reflexionemos… es el momento de cambiar. En recompensa recibiremos  al final de nuestros días un gran premio: “La paz en nuestra  conciencia”

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