COSECHANDO LO SEMBRADO EN TIERRA FÉRTIL

Del 14 al 31 de enero del presente año, tuve la suerte de viajar a Europa donde hice un repaso de historia y geografía del viejo mundo. Mucha emoción, muchas anécdotas y sorpresas. De todas ellas, me quedo con lo grato que fue el reencuentro con dos exalumnos del colegio nacional Cesar Vallejo de la Victoria que radican en Madrid. Ellos fueron mis alumnos durante la secundaria en la década de los ochenta. Los recuerdo como si fuera ayer; palomillas, deportistas, traviesos, alegres, chacoteros. Siempre haciendo el esfuerzo de salir adelante en una época difícil para ellos como lo fueron para todos los exalumnos de esa gran institución. La vida los ha golpeado a todos, pero han sabido salir adelante. El hecho es que hubo un reencuentro después de tantos años que no fue de un simple saludo y un brindis; fue más que eso, porque robando el tiempo a sus respectivos puestos de trabajo estuvieron conmigo durante toda mi estadía en Madrid. Me hicieron sentir la persona más importante. Siento que sembré en tierra fértil y la cosecha fue abundante, aunque un maestro nunca espera nada para sí. Las atenciones que me brindaron no fueron para cumplir un compromiso, lo hicieron por gratitud y esto emociona a cualquier ser humano. Me lo recordaron en cada momento: “profesor lo hacemos por gratitud”, y cuando lo hacen por gratitud, hay un verdadero cariño y respeto a la vez. Me sentí como un padre reencontrándome después de muchos años con mis hijos. Gracias querido Augusto, gracias querido Enrique, Gracias querida Pili; jamás olvidaré su afecto, su preocupación, sus atenciones. Estuvieron conmigo desde el aeropuerto a mi llegada hasta el aeropuerto a mi despedida; fue tan noble y sincera la demostración de cariño que dejé caer unas lágrimas de emoción y tristeza mientras ingresaba a la sala de embarque de vuelta a nuestro querido país, nuestro Perú. Un fuerte abrazo para ustedes y hasta cumplir la promesa de una reunión en Lima.