Me pregunto, ¿Qué harían los padres si caminando por el borde de un acantilado, el hijo resbalara y estuviera a punto de caer a lo más profundo del precipicio?. Estoy completamente seguro que harían lo imposible por tenderle una ayuda a su hijo, pedirían auxilio y buscaría elementos para poder salvarlo. No creo que viendo a su hijo al borde del abismo los padres sigan su camino con indiferencia; tampoco creo que tengan que empujar a su hijo para que finalmente caiga al abismo; y menos aun creo que se hagan de la vista gorda y oído sordo al grito de auxilio del hijo, incluso de las personas que están cerca e intentan también salvarlo. Estoy seguro que todos apoyarían a esos padres para recuperar al hijo que se encuentra en peligro de muerte.
El uso de los celulares en los colegios está produciendo resbalones permanentes en el precipicio de caos, de la desatención, de la indiferencia y en la posibilidad de sucumbir en el abismo profundo de la desaprobación del año escolar. Ese aparato mágico que ahora tiene de todo para una comunicación sin límites por medio de la Internet, los tienen esclavos a los estudiantes en todo momento. Las autoridades y maestros de las escuelas queremos ayudar a salvar a los estudiantes; sin embargo los padres no responden a este llamado; al contrario siguen empujando a sus hijos al abismo profundo renovándoles los celulares antiguos por otros más modernos y de mejor tecnología.
Estoy de acuerdo que todos necesitamos de ese instrumento de comunicación; pero llevarlo y usarlos en las escuelas no me parece atinado. Cuando algunos padres justifican su uso para poder controlarlos, siempre les he dicho que eso está muy bien cuando su hijo asista a una fiesta, o salga de paseo; pero no en el colegio.
Los estudiantes siguen resbalando al precipicio, necesitamos salvarlos, pero la decisión final lo tienen los padres. Espero que comprendan la comparación y la preocupación.