La vocación de maestro en el Perú siempre ha estado y sigue devaluada. Ahora más que nunca son muy pocos los que piensan elegir como profesión la docencia. En la cultura de los peruanos el ser maestro es la última opción. ¡Qué pena!…peor aun cuando muchos de los que hoy son profesores, tomaron al magisterio como un trampolín para seguir posteriormente otra carrera y en la mayoría de esos casos no lograron su propósito y se quedaron definitivamente como profesores.
Soy un convencido que el progreso de una nación depende fundamentalmente de una buena educación la misma que está a cargo de los docentes (al margen lógicamente de la política de Estado que será necesario tocar en una próxima edición); y por lo tanto los profesores se convierten en pieza clave de la transformación de las naciones, siendo indispensable que dichos docentes tengan una preparación de calidad. Nuestro Perú necesita urgente de buenos maestros para iniciar su verdadera transformación, y por ello me dirijo a los estudiantes del Perú, principalmente a los del 5to de secundaria, para que incluyan al magisterio como una opción profesional y los invito cordialmente a aceptar el reto de contribuir al progreso de nuestro país.
Para ustedes jóvenes estudiantes, escribo estas líneas con la firme esperanza que reflexionen y tomen la decisión de prepararse para ser más que un profesor, un maestro…un buen maestro.
Generalmente cuando los jóvenes dicen, “Quisiera ser maestro”, los padres y aún los mismos profesores les salen al encuentro diciéndoles ¡NO! ¡Cómo vas a escoger esa carrera!, pues no te representará ningún beneficio económico, aparte de ser muy sacrificada…Yo les diré: “El ser maestro, es una de las tareas más sublimes de todas las profesiones, porque maestro es el modelador del alma, es aquel que con su ternura, su disciplina y su verdad, va moldeando y sembrando hábitos, valores y conocimientos en los estudiantes. Para ser maestro, sólo hay que ser capaz de dar amor a la juventud y amor a la niñez”.
Si deciden ser verdaderos maestros, les sugiero que estudien con empeño, pensando que su entrega profesional será grande. No hay beneficio económico que pueda pagar sus desvelos. El magisterio les reportará probablemente lo indispensable para vivir, pero la alegría, cual jardinero que ve dar frutos en el jardín ajeno, serán las satisfacciones de encontrar a quienes en una oportunidad fueron sus pupilos, ocupando cargos importantes en la sociedad, y verán en cada uno de ellos su obra hecha realidad.
Querido amigo estudiante que culminas tu secundaria, si tu inclinación es por esta profesión, estúdiala con amor, ya que el verdadero maestro, no es el que solo instruye a sus alumnos, sino el que también logra que éstos sepan más que él. Maestro es el que quita de los ojos la venda de la ignorancia, abriendo un porvenir ante cada estudiante. Maestro es el que sonríe ante las travesuras de un niño y lo corrige, el que comprende las dudas y la inestabilidad del adolescente y trata de orientarlo, el que no comercializa su profesión, el que se satisface con el triunfo del que guía, el que se preocupa y estudia el problema de cada alumno, el que guarda en secreto las congojas y las angustias que sus alumnos le confían.
Finalmente debo decirles que no escojan esta profesión porque no tuvieron la oportunidad de lograr otra carrera. Si no aman a la juventud, podrán tener un título profesional, pero no serán maestros, ni mucho menos buenos maestros, pues no encontrarán los recursos necesarios para orientar a sus alumnos y para llegar a sus corazones; y entonces….¡sencillamente se sentirán fracasados! Y eso no le hace bien a nuestro querido Perú.