Cada mañana doy gracias a Dios por permitir que en el entorno de mi familia, disfrutemos aun el amor y la cálida compañía de mi querida madre Juanita que este mes cumple 87 años.
Recuerdo que en una ocasión un sacerdote hablaba de su madre que ya había fallecido y nos contaba que comparando sus fotos de cuando era joven y anciana, en ambas la apreciaba guapa; pero más guapa la veía en la foto de anciana. Es verdad, lo he comprobado con mi querida madre. La veo más guapa que nunca, con un rostro angelical y de mirada serena, a pesar del desgaste natural por el paso de los años. Cada vez que estoy a su lado, le miro con mucho amor y puedo contar los surcos de sus benditas arrugas en el rostro y con ternura infinita observo el brillo plateado de sus sagradas canas, pero la veo más bella y más hermosa que las fotografías de sus años juveniles.
Mi madre representa todo para nosotros sus hijos, gracias a ella y con la ayuda de mi querido padre nos dieron una formación sólida como personas, regalándonos al mismo tiempo la fe en la Iglesia Católica para creer en un Dios omnipotente. Es invalorable todo lo que mi Juanita –como suelo llamarla- ha realizado para educar a sus 8 hijos; su amor inconmensurable para nosotros aun no se apaga. Me gusta contemplarla de cerca, y cada vez que la veo pareciera que mi amor hacia ella aumentara cada día, porque cuando la miro, admiro la fortaleza que tuvo cuando joven, para educarnos y formarnos durante nuestra añorada vida familiar. Nos enseñó a rezar cada día desde la madrugada para dar gracias a nuestro creador, nos enseñó el respeto y amor al prójimo, nos enseñó también a ser responsables y disciplinados, a saber luchar dignamente ante las adversidades y el mal, y con vivo ejemplo, nos enseñó “el santo abandono”. Ella se abandonaba cuando pasaba momentos difíciles ya sea por la enfermedad de nosotros sus hijos o por la pérdida irreparable de algún familiar cercano. Muchas personas de estos tiempos desconocen el significado del santo abandono. Les explico: El abandono no es más que el movimiento amoroso y confiado con que nos echamos en manos de la providencia, al igual que un niño en los brazos de su madre cada vez que nos encontremos en situaciones difíciles de resolver. Abandonarnos no es otra cosa que despojarnos de nuestra propia voluntad para dársela a Dios.
Mi madre cumple el 4 de Julio, 87 años. Gracias Dios mio por regalarme durante todo este tiempo la dulce compañía de mi querida Juanita.
Mamita linda, el día que tengas que partir al infinito, tus hijos estamos seguros que viajarás a la eternidad con tranquilidad y con una sonrisa en el rostro, llevando un corazón lleno de bendiciones, porque siempre te hemos dado y te seguiremos dando mientras Dios lo permita, mucho amor, cariño y protección por todo lo bueno que hiciste por nosotros.
Si a ti mi querido lector te preguntara si amas a tu madre, estoy seguro que tu respuesta será afirmativa; empero no solo digas que la amas, sino demuéstralo cada día que tengas la suerte de tenerla a tu lado
Feliz día Juanita, mi madre adorada…Te amo.