Durante mi época escolar, cierto día, mi madre fue citada para una entrevista con mi tutor. Mi profesor y tutor, era jovial, entusiasta y amigo con todos, pero muy estricto; inspiraba confianza y respeto a la vez. Yo estuve presente en la entrevista, y me sentía nervioso por si el profesor le iba dar alguna queja a mi madre ya que en esos tiempos, la queja de los profesores a los padres significaba castigo adicional en casa. Nunca olvidaré el único tema que trató mi querido profesor en la entrevista. ¿Cuántas horas duerme su hijo? –le dijo a mi madre mirándola fijamente a los ojos- y mientras ella hacía sus cálculos, el profesor se adelantó diciéndole: “un estudiante debe dormir por lo menos 8 horas señora, porque el sueño también es un alimento para el cerebro”. No se imaginan ustedes la alegría que sentí ese día al escuchar esas palabras sabias de recomendación de mi profesor a mi madre, ¿Saben por qué? porque mi querida y adorada madre nos levantaba a todos sus hijos, todos los días a las 3 de la mañana, para rezar y luego continuar con la ayuda de mi padre con los consejos que nosotros lo llamábamos los “famosos sermones”. Finalmente casi en nada varió esa rutina a pesar de las recomendaciones de mi profesor tutor; pero cabe la aclaración: En esos tiempos nos incomodaba, sin embargo hoy ninguno de nosotros los hermanos nos quejamos ni arrepentimos de haber saboreado esa formación un tanto rígida de parte de mis padres.
Ahora, pasando a estos tiempos, los profesionales especialistas en el tema, ratifican que los jóvenes adolescentes necesitan entre 8 y 9 horas de sueño cada noche. Dormir la cantidad adecuada de horas es fundamental para cualquier persona que quiera rendir bien un examen o practicar un deporte sin tropezarse con sus propios pies. Lamentablemente la mayoría de los adolescentes en la actualidad no duermen lo suficiente y es sin duda una de las razones de su bajo rendimiento académico.
¿Por qué no duermen lo suficiente?, algunos estudios recientes han demostrado que los patrones de sueño de los adolescentes es diferente al de los niños y adultos. Estos estudios han permitido constatar que durante la adolescencia el ritmo circadiano de nuestro cuerpo experimenta un reajuste temporal, indicándoles a los jóvenes que se duerman y se despierten más tarde. Este cambio en el ritmo circadiano parece deberse al hecho de que la melatonina, una hormona del cerebro, se produce más tarde por la noche en los adolescentes en comparación con los niños y adultos, dificultando que concilien el sueño fácilmente. Yo diría –al margen de las investigaciones científicas- que el “chat” por el Internet, es otro factor muy poderoso por el que los adolescentes no duermen lo suficiente.
Recuerden jóvenes que perder una o dos horas de sueño por la noche puede no parecer un gran problema, pero, a la larga, esto puede generar un déficit de sueño importante. Los expertos aseguran que un déficit de sueño repercute sobre todos los aspectos de la vida de una persona, desde su capacidad de prestar atención en clase hasta su estado de ánimo. Las investigaciones demuestran que más del 20% de los alumnos de la escuela secundaria se quedan dormidos en clase (me consta) y los expertos han establecido una relación entre falta de sueño y el hecho de sacar muy bajas notas. Incluso repercute negativamente sobre el rendimiento deportivo de los jóvenes.
¿Cómo saber que están durmiendo lo suficiente?, pues los especialistas detallan que aunque creas que estás durmiendo suficiente, es posible que no sea así. Los indicadores de un déficit de sueño son muy marcados, y van desde problemas para levantarse por las mañanas, dificultad para concentrarse en actividades académicas, dormir en clase (incluso con los ojos abiertos) o tener un estado anímico caído o parecer deprimido.
Por ello los especialistas recomiendan a los jóvenes, seguir un horario regular para dormir, hacer ejercicios regularmente, evitar los estimulantes o bebidas con cafeína, relajar la mente, no hacer siestas muy largas durante el día, evitar pasar noches sin dormir en las fiestas, crear un ambiente adecuado para dormir, y despertar con la primera luz matutina que le indica al cuerpo que es hora de levantarse y ponerse en marcha.